CULPA

La culpa podría interpretarse como una interiorización de la vergüenza. En la culpa el sujeto es al mismo tiempo juez y víctima. Equivale a lo que se describe como "la voz de la conciencia" y constituye una forma formidable de control y ordenación social. La conciencia se convierte a veces en una especie de animal salvaje que muerde y provoca remordimiento. Freud llamó superyo a este sistema de control interno, a esta forma de interiorizar las normas y las pautas que se nos han ido dando en el transcurso de nuestra educación. El remordimiento que acompaña la culpa es el descontento que sentimos hacia nosotros mismos cuando hemos hecho un mal uso de nuestra libertad.
La persona culpable es responsable de sus actos. La responsabilidad es una obligación o necesidad moral o intelectual de reparar una falta, cumplir un deber o un compromiso. Una mala acción una transgresión o una ofensa ligan sentimentalmente  al culpable y a su víctima. El ofensor y el ofendido no se pueden desligar a no ser que se llegue a una solución que corte estos lazos negativos. Si no hay perdón, la ofensa no perdonada , vengada , ni olvidada, se mantiene activa, empantanada y no  acaba. El rencor procede de la falta de perdón. Perdonar y perdonarnos es bueno, pero debemos recordar, que para poder perdonar es preciso, antes que nada, saber comprender.
 A veces una persona se siente culpable, no por haber hecho algo mal, sino por haber dejado de hacer algo, por no haberse permitido hacerla. En este caso sería un acto de omisión el causante del sentimiento de culpa o pesar. Ante el sentimiento de culpa debemos tener presente que no tiene sentido ir hurgando en el pasado y a que aquello que hicimos lo fue de acuerdo con nuestro nivel de comprensión y competencia de aquel momento. Las lamentaciones no sirven para nada. Es interesante utilizar la estrategia de cambiar la expresión "si yo hubiera..." por  "la próxima vez..." así, a partir de una experiencia pasada, podemos extraer un aprendizaje útil para el futuro.