COMPASIÓN

Compasión es la tristeza por el mal de otro, es la participación en el dolor de otro. Compadecer no significa tan sólo tener lástima de otra persona sino sentir con ella. El desencadenante general suele ser el dolor que sufre otra persona. Es una forma de empatía que nos permite comprender e identificar las emociones del otro y compartirlas.
Esta respuesta afectiva responde a un estímulo externo: es la empatía con el sufrimiento del otro. La compasión forma parte de un clan emocional que contine, según nos dice J.A.Marina, cuatro familias: compasión, lástima,  piedad y conmiseración que si bien están relacionadas tienen matices diferentes. En general solemos sentir compasión por aquellos que sufren un mal sin merecerlo.

De puntillas, entramos en el corazón de otro para compartir con el un trocito de su pena. Una actiud humana, lo suficiente sensible como para no dejarlo solo en momentos difíciles. El dolor adquiere un halo de dulzura que hace la desgracia más soportable.


Este sentimiento puede estar unido al de la terura. Para los budistas la compasión es la actitud espiritual apropiada. Según Buda "todo es dolor" y su enseñanza se basa en predicar el amor y la compasión universal. Todo ser vivo, grande o pequeño, maravilloso o vulgar, merece esta cuidadosa piedad, esta solidaridad en la finitud.

De todas formas, este sentimiento puede tener otras connotaciones que merece la pena exponer:

En ocasiones la sensación de poder que a veces nota el compasivo puede provocar un sentimiento de humillación en aquel que se siente compadecido. Por eso a veces, oímos la expresión de rechazo de la compasión: "no quiero que me compadezcas". Una variante de la compasión es la autocompasión. Hay disparidad de visiones sobre lo que supone ese sentimiento. La autocompasión puede considerarse destructiva si anula la capacidad de luchar de quien la siente.

Los sentimientos opuestos a la compasión son la indiferencia y la crueldad.

Somos seres contradictorios: nos quejamos para que nos complazcan y cuando alguien lo hace y nos damos cuenta de que inspiramos compasión, entonce nos molestamos; el amor propio no tiene sentido común.